Investigador educativo como agente distribuidor del conocimiento
En el presente libro se describen algunos indicadores para crear y argumentar el concepto de ‘agente distribuidor del conocimiento’ y asignarlo al investigador educativo ocupado, preocupado, convencido y comprometido socialmente por transmitir, dialogar, socializar y debatir el conocimiento producido mediante la investigación en la institución donde labora, en las comunidades científicas e investigativas donde participa de manera voluntaria y por convicción, y en las comunidades en que correlaciona y coactúa.
Los indicadores elegidos giran en torno a los aspectos siguientes: condición humana, condición laboral y profesional de la persona que realiza la investigación cotidianamente, las precisiones conceptuales sobre el concepto de ‘distribución del conocimiento’, los aspectos que distinguen y diferencian los modos de distribución del conocimiento (difusión, diseminación y divulgación), así como las acciones acordes con la época histórica actual.
Sin duda, el investigador educativo es un actor social, político, intelectual y cultural, idealizado y juzgado por las acciones emprendedoras e innovadoras propuestas, coordinadas y desarrolladas gracias a las exigencias de resolver los problemas educativos, los estilos para formar a los cuadros profesionales, los juicios reconocidos por la autoridad epistemológica y deontológica cultivada y, entre otros, su condición de ser histórico. Es decir, el potencial que tiene para no agotarse al interpretar el mundo e interpretarse a sí mismo.