El Escudo de Armas de México y la cultura letrada novohispana del siglo XVIII
Este volumen busca abrir una nueva y necesaria ventana al estudio de una obra cuyo redescubrimiento y puesta en valor por los investigadores mo-dernos es relativamente reciente, después de haber pasado siglos entre el des-dén y la mala reputación. Desde la misma época de su publicación original, a finales de 1746, la obra fue objeto de lecturas poco benévolas y de juicios con frecuencia adversos. De ello quizás fuera responsable su propio autor, el polifacético bachiller Cayetano de Cabrera Quintero (ca. 1700-ca. 1775), pues lo que en un principio se le había encargado, sobre todo una crónica de la epidemia de matlazáhuatl de 1736-1737 en la Ciudad de México y de la jura de la Virgen de Guadalupe como patrona y protectora de la capital del virreinato en contra de la enfermedad, no tardó en convertirse en sus manos en una abigarrada narración acerca de la conformación de la ciudad como amalgama caótica de espacios sacralizados y profanos y de realidades étnicas diversas y conflictivas, y en un prolijo reporte sobre la incapacidad de la medicina y de las instituciones caritativas tradicionales para hacer frente a la mortandad epidémica y a sus consecuencias sociales. Por si todo ello no bastara, el libro era también un extenso y apasiona-do alegato jurídico e histórico respecto de los fundamentos canónicos para la adopción como “escudo” protector de la urbe de una advocación mariana “criolla” (es decir, nativa de la propia tierra novohispana) como la de Guadalu-pe, sobre cuyos controvertidos orígenes la fe debía suplir la casi total carencia de testimonios confiables. Como remate, Cabrera, autor de pluma prolífica y que en su tiempo fuera conocido como poeta neolatino y castellano, drama-turgo e inventor retórico de aparatos de arquitectura efímera, escogió para demostrar su erudición apabullante un lenguaje que desplegaba los más complejos recursos expresivos de la prosa barroca, a veces como alarde estilístico, y a veces como mal disimulada cober-tura para ajustar cuentas con sus adversarios y émulos dentro del medio literario de la Ciudad de México. Esto último fue, como se sabe, motivo de una serie de denuncias en contra de Cabrera por parte de los agraviados que condujeron a una prohibición del libro por la autoridad virreinal, y de la orden (por fortuna poco observada) de que se recogie-sen y fueran destruidos todos sus ejemplares.