Del internado normalista de Salaices a la semblanza de lo que fue la combativa sección octava del SNTE
Las Normales Rurales eran recintos que, en aquellos tiempos, conformaban su plan de estudios por tres años de secundaria y tres de profesional. El egresado podía definirse como “técnico en educación”, pues no podía considerársele como poseedores de un nivel de licenciatura, menos de maestría. Era este un argumento que las autoridades educativas exponían para no conceder al profesorado un aumento salarial decoroso. Después de algunos años se adicionaron los estudios de preparatoria a la carrera normalistas. Ahí se edificó la reticencia de muchos jóvenes para cursar la carrera de maestro, pues los estudios para profesores en general se consideraban inferiores a los que amparaba un título universitario.
Debido a estas interpretaciones legales, sociales y educativas, la educación rural formó parte de una evolución del modelo que a la par, destacó en la conformación de un grupo combativo y contestatario que resultó en el enfrentamiento tanto por los derechos laborales y sociales de los adscritos, sino como parte de una forma de desplegar una conciencia social comunitaria.