Que las culpas se repartan por igual
Ifigenio Rodríguez colgó el teléfono, miró a la entrada, llegarían por él en unos minutos. Cualquier intento por escapar sería infantil. Así comienza el cuento “Carne negra”, con el cobro de una deuda.
¿Qué lleva a la culpa? ¿La imposibilidad de salir indemnes? ¿Ser descubiertos en falta? ¿No darnos cuenta de que hemos sido engañados?
La culpabilidad anida entre los personajes de estos relatos. El hombre que pierde un objeto sagrado por ir a beber unos tragos, aquel otro que duda en cambiar de religión para ver cumplido su deseo, el joven reportero en sus vanos intentos para ayudar a una prostituta, la esposa que no nota el gesto de una caricia, la rivalidad entre hermanos, la cola incendiada de un perro.
Hasta que llega el día del cobro, de la restitución, de finiquitar cuentas. Entonces sólo deseamos por un acuerdo moroso, apenas satisfactorio, con el destino que las culpas se repartan por igual.