MéxicoMéxico
Detalle
ISBN 978-607-98980-8-3

La mujer y la cultura patriarcal

Autor:Corona Maldonado, Olga
Colaboradores:
Corona Maldonado, Olga (Compilador)
Garmendia Gómez, Arturo (Editor Literario)
Bernechea Iturriaga, José Armando (Diseñador)
O´Higgins, Pablo (Ilustrador)
Editorial:Bernechea Iturriaga José Armando
Materia:Derechos de la mujer
Público objetivo:General
Publicado:2023-12-05
Número de edición:1
Número de páginas:174
Tamaño:14x21.5cm.
Precio:$180
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español
Libros relacionados
Paridad de género en educación superior y ciencia: avances institucionales y experiencias de las académicas - Güereca Torres, Eva Raquel; Quintana Nedelcu, Danay; Martínez Tiburcio, María Gabriela; Cadena Alvear, Itzel; Blazquez Graf, Norma; Yañez Cardiel, Katia Yarisbeth; Martínez Vargas, Karla Mayela; Romero Salazar, Lorena; Meza Montes, Lilia; Mayorga Rojas, Miguel; Ramos Regino, Liliana Michelle
Paridad de género en educación superior y ciencia: avances institucionales y experiencias de las académicas - Güereca Torres, Eva Raquel; Quintana Nedelcu, Danay; Martínez Tiburcio, María Gabriela; Cadena Alvear, Itzel; Blazquez Graf, Norma; Yañez Cardiel, Katia Yarisbeth; Martínez Vargas, Karla Mayela; Romero Salazar, Lorena; Meza Montes, Lilia; Mayorga Rojas, Miguel; Ramos Regino, Liliana Michelle
Participación política de las mujeres: avances y obstáculos - Cárdenas Acosta, Georgina; Valles Ruiz, Rosa María; Varela Zúñiga, María del Rosario; Silva Espinoza, Juan Antonio; Sam Bautista, María Magdalena; Rodríguez Fuentes, Óscar Daniel; Galván García, Guadalupe; Samaniego Sánchez, Andrea; Portillo Cancino, Irais; Zhang, Zixuan; Estrada Rodríguez, José Luis; Gónzalez Velázquez, Gabriela Magali; Bravo Ostos, Leticia
Participación política de las mujeres: avances y obstáculos - Cárdenas Acosta, Georgina; Valles Ruiz, Rosa Maria; Varela Zúñiga, María del Rosario; Silva Espinoza, Juan Antonio; Sam Bautista, María Magdalena; Rodríguez Fuentes, Óscar Daniel; Galván García, Guadalupe; Samaniego Sánchez, Andrea; Portillo Cancino, Irais; Zhang, Zixuan; Estrada Rodríguez, José Luis; Gónzalez Velázquez, Gabriela Magali; Bravo Ostos, Leticia
La violencia contra las mujeres y la agenda feminista 2030 - Hernández Arana, Brenda Areli; Medina Bocanegra, Lorena Argentina; Solís Martínez, Nayeli Atzin; Rangel Flores, Yesica Yolanda; Iniestra Ortiz, María Eugenia; Caballero Márquez, José Alonso; Enríquez Guadarrama, Graciela; Morales Pelagio, Ricardo Cristhian; Vera Martínez Cruz, Paola Selene; Cruz Reyes, María Angélica; Martínez Salinas, Ángel José; Vicher García, Diana Mónica; Salgado Remigio, Sofía; Varela Zuñiga, María del Rosario; Marín Sasaki, Celia; Valencia Oseguera, Tzazil; Amezcua Bernal, Emilia; González Román, Fabiola; Arellano Rivera, Laura Elena; Gazcón Nuñez, Mariana; Ortiz Sotres, Martha Rosa; de Dios Vallejo, Delia Selene; Sáenz Valadez, Adriana; Chávez Arellano, María Eugenia; García Rey, Rocío; Ramírez Hernández, Nashieli; Simón Domínguez, Nadima; Cárdenas Tapia, Magali; Godoy Alonso, María de la Paz; Samperio Rodríguez, Regina Esperanza

Reseña

¿QUIÉN DIJO QUE LA MUJER ES DÉBIL Y POR LO TANTO INFERIOR AL HOMBRE?

El origen del libro se encuentra en los apuntes autobiográficos publicados bajo el título Una anda en boca de todas y de todos. En él doy cuenta de mi desarrollo como activista social y líder de un movimiento popular, el de vendedores ambulantes en la ciudad de Puebla, en los años 60 y 70.
El inicio de mi participación en el activismo fue a muy temprana edad, tanto que no me daba cuenta. de que, al hacerlo estaba trasgrediendo normas sociales intemporales. Desde luego, tal trasgresión la tuve que pagar muy caro ya que, sin saber, la hice a muy temprana edad. Desde luego, tuvo un costo caro, empezando por la actitud de mi madre que no estuvo de acuerdo con mi rebeldía. Yo vendía en la calle, junto con otras mujeres que de esa manera se ganaban la vida, y esa actividad estaba prohibida por las autoridades municipales. Por eso éramos reprimidas y nos amenazaban con quitarnos nuestra mercancía y por lo tanto dejarnos sin sustento. Las convoqué a protestar y en ese momento empecé a formarme como activista social.
Pasado el tiempo me dí cuenta de que ya estaba comprometida con el movimiento de ambulantes y más aun, porque para entonces los vendedores nos habíamos unido con varios sectores populares para reclamar nuestros derechos: obreros, campesinos, telefonistas y electricistas, maestros y estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla. Mi madre comenzó a recordarme que yo era mujer, joven y soltera, y que no debería andar en la revuelta popular. Veía que el movimiento político estaba conformado por su mayoría por hombres; muy pocas mujeres participaban en él; y esto me originó un distanciamiento con algunos miembros de la familia, amistades y conocidos, distanciamiento que se acentuaba cada día más; y el argumento que tenían era siempre el mismo: había que respetar el papel de la mujer en la sociedad, que era de sumisión respecto al hombre.
El asunto me siguió preocupando: ¿Quién dijo que la mujer es inferior al hombre? me preguntaba; ¿Por qué éste es el motivo de que suframos sumisión, desigualdad, opresión, violencia y restricciones en la vida pública? En esta vereda de mi andar, ahora como esposa, madre y abuela quise darme un tiempo para mí; hacer una pausa y reflexionar. En el camino puede haber varios obstáculos y se nos dificulta cruzarlos, ya que, como mujer una está siempre metida en diferentes quehaceres domésticos, que son absorbentes, enajenantes y repetitivos, pero no hay de otra, hay que hacerlos, sin embargo también hay puentes y hoy puedo decir que he encontrado respuestas a mi inquietud.
Como decía: este libro surge a partir de una pregunta que me hecho por décadas de mí vida, que me afectó en mis sentimientos y por lo tanto en mis emociones: Pensaba: ¿Mi madre fue muy mala conmigo? ¿Porqué? ¿O alguien más fue?¿También las otras madres tratan con violencia a sus hijas? Hoy puedo decir que el conflicto con mi madre no fue nada personal; que si no se cansaba de decirme cuál era mi deber ser como mujer y cuáles las obligaciones de una mujer joven , yo no te escuchaba, pues no era consciente; pero hoy me doy cuenta de que lo que no quería hacer en esos momentos era someterme a la cultura patriarcal. Y una vez que llegué a esa conclusión me empecé a hacer otras preguntas: ¿Qué es esa cultura? ¿Cómo se originó y por qué es la dominante? A partir de libros que han escrito investigadoras y algunos investigadores he llegado a aclarar mis dudas y preguntas, así como la curiosidad que venía arrastrando por años. La información que he adquirido de diferentes autores y escritoras nos dice que la cultura patriarcal se origina prácticamente en el momento de la aparición de la humanidad.
De acuerdo con el doctor en psicología e investigador de la Universidad de Barcelona, Pepe Rodríguez, los conocimientos arqueológicos, históricos y etnográficos actuales indican que la mujer prehistórica no estuvo sometida al varón sino que, por el contrario, si bien estaba confinada a la vida doméstica en función de su menor fuerza física, desde esa posición fue responsable de las comunidades de nuestros antepasados, que dependieron de su triple función como procreadoras, organizadoras y productoras de alimentos,. Desde que comenzamos a evolucionar como homínidos hasta el inicio de la era agrícola, las mujeres fueron propulsoras de la civilización y por ello fueron reconocidas como diosas hasta que, hacia el siglo VI a.C., por necesidades socioeconómicas, apareció el concepto de Dios varón en las distintas religiones, entre ellas la judeo-cristiana, como se asienta en la Biblia.
Las mujeres hemos sido una sombra para la sociedad patriarcal, porque no sólo se nos confinó al hogar, sino que dentro de él se nos marginó de la educación. En la antigua Grecia, en Roma y en la Europa occidental durante el feudalismo la sociedad consideró que era inútil y hasta peligroso dar el pensamiento avanzado a las mujeres. Por lo mismo se suponía que no estaban capacitadas para ejercer determinadas funciones y actividades, sobre todo la de gobernar. En la revisión de estas lecturas, particularmente en La esclavitud de la mujer, de John Stuart Mills, así como en otros textos se habla de las jóvenes que se veían atraídas por las ciencias y la lectura y rechazaban el matrimonio, por no estar de acuerdo con que otros decidieran su vida, por lo que su única opción era internarse en el convento, como lo hiciera Sor Juana Inés de la Cruz.
Durante el Renacimiento esta actitud cambió y mujeres, particularmente de la clase gobernante o de la elite económica pudieron prepararse intelectualmente. A partir de ahí (con muy contadas excepciones, es cierto) por razones más bien socio-políticas pudieron ascender al trono. Con la difusión del conocimiento se inició un movimiento, que duró varios siglos, en el cual las mujeres como Chistine de Pisan, presentaron a la sociedad sus querellas. Este movimiento, llamado precisamente así, las Querellas de las mujeres, unió a escritoras de todos los países que denunciaron la cultura patriarcal, el machismo y los abusos de que eran objeto. Muchas de ellas, pertenecientes a las clases pudientes, abrieron las puertas de sus casas a los intelectuales de la época; en Francia señaladamente a los enciclopedistas, cuyas ideas alentaron la Revolución Francesa. Pero si bien ésta puso fin a la monarquía, no les hizo justicia a las mujeres: muchas revolucionarias terminaron también en la guillotina. Y el imperio de Napoleón Bonaparte se encargó de volver a todas a la sumisión patriarcal mediante las leyes del código napoleónico, cuyos postulados fueron copiados por la mayoría de los países.
A su vez la revolución industrial se encargó de integrar al sexo femenino a la explotación laboral, sin derechos ni condiciones de vida adecuadas. De ahí surgieron la lucha sindical y la batalla por los derechos políticos, principalmente el derecho al voto y a los cargos en el campo electoral.
La lucha femenina no termina ahí. Nuevos temas surgen conforme avanzamos: la revolución sexual y su impacto en la sociedad, el aborto, la justicia para minorías marginadas, etc., etc.
¿Qué fue lo que me inquietó para estudiar más sobre la cultura patriarcal? El sentir que llevamos años en la lucha feminista y que el avance del movimiento había sido muy lento. Desde luego que se ha avanzado, pero los logros nos han llevado años.
Creo que este letargo contribuyó a que buscara la raíz del problema; quería ver con más profundidad la causa de la “inferioridad” en que hemos vivido las mujeres por siglos. Me di a la tarea de buscar libros que tocaran el tema y así he encontrado lecturas sobre los procesos de dominación masculina y de levantamientos en protesta por sus imposiciones. Afortunadamente en mi librero encontré varias lecturas donde se retoma y desarrolla el tema, desde siglos atrás, porque a las mujeres nos ha costado hacernos visibles en lo público: un sistema económico, político y religioso hecho por hombres y para hombres: ellos siempre niegan el deseo femenino de integrarse a una sociedad igualitaria.
Algunos de estos libros tienen cientos de páginas, y para leerlos se necesita dinero para obtenerlos y suficiente tiempo para leerlos. Desde luego, yo me siento afortunada de contar con estas lecturas. Pero de ahí me vino la idea de que sería interesante e importante reunir esta compilación de documentos para hacerlos accesibles a más mujeres insatisfechas que, como yo, luchan por los derechos humanos y han buscado explicaciones a su situación social.
Ese libro debería ser una lectura corta, porque a las mujeres se nos dificulta tener tiempo libre para hacerla, y también para que el costo económico esté al alcance de su economía. Contribuir así a subsanar la falta de oportunidades para la educación femenina. Por siglos, se consideraba que la educación no era para las mujeres, pero aun así algunas se las ingeniaron para obtener conocimientos y con ellos romper las cadenas de ignorancia que nos tenían maniatadas.
Finalmente quiero agradecer a Arturo Garmendia por compartirme sus conocimientos sobre temas en los que yo no tenía suficiente información, como la historia del desarrollo económico mundial o distintos aspectos culturales y religiosos, lo mismo por su corrección de estilo.

En el sistema de clasificación Dewey, un libro con el tema "La mujer y la cultura patriarcal: recopilación histórica" podría clasificarse en la sección 305.42. Este número corresponde a la categoría "La mujer" en el sistema Dewey, que aborda temas relacionados con la situación y el papel de las mujeres en la sociedad. El ".42" se utiliza para subclasificar dentro de esa categoría, y podría indicar específicamente que se trata de una recopilación histórica.

Contáctenos:

Puebla No. 143, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México, D. F / Tel. 36011000 - Ext: 69326