Especies carismáticas
Los personajes que habitan los cuentos de Aldo Rosales, a pesar de ser extraños de quienes en principio apenas si sabemos sus nombres, no dejan de tener una familiaridad irrebatible con el lector: cada historia, por demás cotidiana, es una que bien podría sucederle a cualquiera. Los cuentos que conforman estas Especies carismáticas, donde es evidente una gran habilidad para evocar emociones complejas y contradictorias como el dolor y la ternura, nos permiten ser ese lector modelo del que hablaba Umberto Eco, a través de la oportunidad de “actualizar” el texto, completarlo, utilizando la sorpresa y los finales abiertos como los recursos que abren las puertas para que el lector haga su trabajo, ayudado por la gran capacidad visual con la que el autor describe acciones, lugares, e incluso pensamientos, así como una prosa limpia que no se repite, cargada de metáforas, comparaciones y símiles de una potencia y claridad que enriquecen cada texto de cualidades interpretativas infinitas, renovándolo y multiplicándolo en significados tras cada nueva lectura.