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ISBN 978-607-99379-8-0

El Teatro Juárez y yo

Autor:Greenwell Castillo, Enrique Carlos
Editorial:De Giovannini Saldívar Juan José
Materia:Arquitectura
Clasificación:Arquitectura: ejercicio profesional
Público objetivo:General
Publicado:2022-11-04
Número de edición:1
Número de páginas:336
Tamaño:28x21.5cm.
Precio:$700
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español
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Reseña

Entre otras posibilidades de lectura, el título del libro del arquitecto Enrique Greenwell —El Teatro Juárez y yo—, que la Universidad de Guanajuato tiene el privilegio de dar a conocer, evoca de manera ineludible la visión de un lazo estrecho y firme, teñido de un componente afectivo, si no es que amoroso.
La constatación de ese hecho podría parecer inusual al considerar que se alude al vínculo entre un ser humano y un monumento. Y, sin embargo, al recorrer las páginas de este libro entrañable, tomamos conciencia de que se trata de un título no sólo exacto sino justo.
Esto es así, porque, en efecto, la del arquitecto Enrique Carlos Greenwell Castillo con el Teatro Juárez es una relación recíproca entre entidades sensibles, dedicadas ambas a elevar la sensibilidad; un trato que se extiende a través de siete décadas entre unidades concentradoras de belleza y, también podría decirse, entre individualidades abocadas a hacer surgir resonancias artísticas y espirituales entre sus semejantes.
En la introducción a la obra, su autor ensaya sobre el libro diversas posibilidades de caracterización al llamarlo “una narración simple”, “un anecdotario”, “el testimonio de una relación única” y, también, con gran tino, “una crónica de vida, tanto mía como del monumento” cuyo propósito es “perpetuar la memoria histórica” del hermoso recinto inaugurado en 1903.
Todas esas definiciones, y el propósito que cada una entraña, resultan justas y se ven cumplidas cabalmente en sus distintos apartados, tanto el primero, de tono anecdótico y personal, como los que registran cronológicamente las intervenciones de restauración, remozamiento y consolidación estructural realizadas entre 1989 y 2004, e incluso los cuatro valiosos anexos reunidos en la sección que lleva ese título.
Sin embargo, el propio recorrido del capitulado en que se distribuye el contenido del volumen convencerá sin duda al lector de que el libro excede las definiciones situadas en los rangos de la sencillez y de la modestia. Por el contrario, quien se adentre en el libro que aquí se pone a disposición de la sociedad constatará que se trata de una realización multifacética en la que la pasión se alía al rigor académico, la documentación gráfica al propósito didáctico, la descripción clara y detallada al relato de las circunstancias sociales, económicas y hasta políticas en que ha transcurrido la vida del Teatro Juárez durante un siglo (y la del propio arquitecto Greenwell Castillo, desde su nacimiento en 1940 y hasta el mes de mayo de 2022 en que suscribe el epílogo).
Bajo esa consideración, importa mucho señalar que el valioso libro debido al empeño y al amor del arquitecto Greenwell no es un libro sólo sobre el pasado, aunque en esa categoría su aportación resulta fundamental, sino un libro para el futuro, presentado bajo la forma de una detallada bitácora de su evolución y de un llamado a las generaciones que habrán de sucedernos a propósito de los cuidados y la alta consideración que deberá recibir para que siga, no sólo perviviendo, sino conservando su grandeza en las décadas y siglos venideros.
En la historia de la arquitectura resulta muy frecuente asociar una obra relevante con el nombre del responsable de concebirla o de realizar los trabajos para erigirla. Así —con todo y que la arquitectura conlleva siempre una tarea colectiva—, se habla con naturalidad de la Torre Eiffel, de la cúpula de Miguel Ángel, de la Catedral de Oscar Niemeyer y de las Casas de Le Corbusier, entre otros incontables ejemplos.
Menos frecuentes son los casos en que dicha vinculación se establece entre una obra arquitectónica relevante y una persona que no ha sido responsable de su construcción. Vienen a la mente los ejemplos de John Ruskin y la Catedral de Amiens, en razón del hermoso libro que el crítico inglés le dedicó al incomparable edificio gótico; y, por supuesto, el caso de Eugène Viollet-Le-Duc y la Catedral de Nuestra Señora de París, unidos en la memoria por haber añadido aquél, muchos siglos después de su construcción, la emblemática aguja que destruyó el incendio de 2019 y está en vías de ser reconstruida tal como él la concibió.
Considerando esos ilustres ejemplos, y a la luz del emocionante e informado relato que aportan las páginas de este libro, considero que podría hablarse de “el Teatro Juárez de Enrique Greenwell”. Se trataría, por supuesto, de señalar una relación de intimidad, más que de pertenencia.
Y al pronunciar esa frase se entenderá de inmediato que se alude al Teatro Juárez que Enrique Greenwell conoció de niño y restauró de adulto, al Teatro Juárez que tanto ha contribuido a conservar y a valorar y que, en consecuencia, registra las huellas de su tarea como arquitecto y restaurador.
Estaríamos hablando, en suma, del Teatro Juárez que Greenwell Castillo lleva a donde quiera que va, en su memoria y en su corazón y que en este libro ha tenido la generosidad de compartir con nosotros.

Dr. Luis Felipe Guerrero Agripino
Rector General de la Universidad de Guanajuato

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