Apellidos nahuas del Altepetl de Topoyanco: Reflejos de vínculos de linaje, estatus social y filiaciones culturales, siglos SVI-XIX
Europa fue el origen del sistema de apellidos que gradualmente comenzó a exigirse como mecanismo de nominación en los vasallos de los territorios americanos. La instauración del cristianismo en Europa durante la Edad Media instituyó como norma la asignación de nombres de pila para los recién nacidos tomando prestados los de los santos. Dicha situación degeneró en una base de nombres muy reducida que produjo una homonimia, o presencia de multitud de individuos con los mismos nombres, por lo que hubo la necesidad de hacer uso de un segundo identificador que facilitara la diferenciación, esta función la cubrirían los apellidos.
Los patronímicos son los apellidos que tienen “su origen en los nombres de pila del padre del portador” y hacen mención a la ascendencia del individuo (siempre al padre), generalmente mediante un sufijo, o prefijo, indicativo de tal circunstancia, expresado en la lengua de cada territorio. Tenemos así la terminación ez castellana, ejemplos: Fernández, González. En el presente trabajo se ha tomado como norma general, para el uso del término patronímico, tanto para los nombres en idioma europeo como para aquellos en idioma náhuatl: todo aquel apellido que se transmite de padre a hijo ya sea que aluda a un lugar, a un oficio, a un título, a un santo o a algún elemento asociado con la religión.
Así, en esta tesis el término “patronímico” se utilizó sólo en aquellos casos en los que puede constatarse que el nombre se transmitió de una generación a otra. En cuanto al término “apellido”, se usó en contextos en los que funge como acompañante de un nombre de pila.