De luz y sombra
El ritmo de las voces del alma no siempre es tangible. Tal vez la vida misma nos enseña a guardar el secreto de nuestro ser. Pero llega el momento en que ellas se manifiestan y entonces brotan los poemas.
La poesía siempre ha sido el desborde de los sueños. La alegría, la fuerza, el amor, el desamor, la ronda incansable de los días brotan en ella. Cada uno es una ventana, una rendija, un puente entre el espíritu y la vida de las palabras. Cada uno de nosotros busca desde el inicio el modo cómo destrabar la magia de los sentimientos. Y así vamos forjando los caminos para mostrarnos.
Cada poesía abre no solamente el alma del que escribe, sino también el alma del lector. Aclara para ambos luces y sombras de sus mundos. Tiende puentes, aferra la mano del otro ser, comprende acerca del dolor, de la alegría, de la senda que siempre sigue su curso, y se detiene en los instantes de la reflexión. Deja ese sabor que satisface y que invita a aferrarnos a cada uno de los momentos de nuestra vida.