Radios comunitarias
Libertad, memoria e inclusión
El libro traza un mapa vivo de la radio comunitaria en el mundo: emisoras gestionadas por pueblos originarios, barrios, colectivos y organizaciones que, desde Argentina hasta México y más allá de América Latina, ponen el micrófono al servicio de quienes suelen quedar fuera de los medios hegemónicos. Bajo múltiples nombres —comunitarias, populares, indígenas, educativas, libres— comparten una ética: democratizar la comunicación para democratizar la sociedad. Son proyectos políticos y culturales sin fines de lucro que priorizan derechos humanos, participación, identidad y diálogo; espacios donde la audiencia también emite, se organizan campañas, se habilitan denuncias y se tejen lazos de cuidado. La radio se reivindica como continuidad de una práctica ancestral —contar historias— y como escuela de profesionalismo propio, capaz de innovar formatos y de irradiar estéticas y lenguajes que luego replican medios comerciales y públicos.
A la vez, el texto reconoce tensiones y desafíos contemporáneos: la pospandemia consolidó la hiperpantalla y el extractivismo de datos, mientras la crisis de las democracias y la desigualdad alimentan imaginarios individualistas. Frente a ello, la comunicación comunitaria propone “derrotar el ego”, recuperar la escucha y construir relatos con voz propia que no puedan automatizarse. Con datos de la UNESCO que recuerdan su alcance e inclusión, la radio aparece como medio resiliente que se reinventa en lo digital sin perder su fundamento oral y participativo. Su fuerza radica en abrir el micrófono para ampliar derechos, preservar saberes y culturas, y articular poder popular: una práctica que entrelaza lo ancestral con el territorio para imaginar y empujar futuros más justos y habitables.