Nayarit: Tres recorridos gastronómicos y algunos secretos del fogón
Ese árido trabajo del historiador, con la nariz metida en documentos antiguos y polvorosos y la mirada puesta en viejas cubiertas de moho, plenas de relatos que rehúsan compartir, por más que uno les haga cosquillas con la imaginación. Ese estampa del investigador adusto y serio que hurga, lupa en mano, en las entrañas del pasado tratando de aprehender lo que algún día fuimos, nada tiene que ver con la presencia de nuestro amigo Pedro, quien escarba en el ayer con la alegría con que un niño construye un castillo en la arena.
Pedro Luna Jiménez no estudia el pasado de Nayarit: lo revive. A través de charlas, conferencias, diplomados y excursiones que hemos compartido con él, Pedro nos ha permitido transitar por el camino viejo a Puga y oler zafras del siglo XIX; nos ha llevado a presenciar, en plena labor, los telares de Jauja y Bellavista y nos deja participar, de vez en vez, de las tertulias y convites de los Barron, los Castaños, los Aguirre y los Menchaca.