Los diarios de Adán y Eva
Entre los miles de textos cómicos o sketches que Samuel Clemens, alias Mark Twain, publicó a lo largo de su vida en periódicos y revistas, a la par que sus novelas y cuentos, se encuentran estos Diarios de Adán y Eva escritos en diferentes etapas entre 1853 y 1905. En un principio, Twain situó el Paraíso junto a las cataratas del Niágara. Después buscó quitar esta alusión, pero la adaptación niagaresca ha quedado como muestra de la gran ironía, gracia y adaptabilidad que caracterizan su obra. En estos diarios el autor parece decirnos que es el ser humano el que construye su paraíso y el que se expulsa de él.
El centro de los dos diarios y del último texto que aparece en esta pequeña edición, “Habla Eva”, es en realidad la relación entre ambos sexos, sus diferencias y sus maneras de ver el mundo. La caída aparece como una especie de trampa en la que caen dos inocentes que no dejan de serlo, y ésa es la gran lección de modernidad que nos da Mark Twain.