Bella caducidad
no se puede rezar y pensar al mismo tiempo
Bella caducidad es una miscelánea de relatos a manera de primeros ejercicios literarios. La incipiente práctica narrativa aquí es palabra trémula ordenada a narrar algo del mundo, intentona por experimentarlo y escucharlo en sus irregulares vaivenes, en sus devenires y complejidades, en sus silencios y ruidos, en algunas de sus comedias y tragedias. La literatura y el arte ―Bella caducidad desea testimoniarlo― son un obrar, verbum en obra forjando mundo cuando es escuchado, son Idea ayudando a vivirlo y a comprenderlo.
La voz aquí pronunciada pretende emanar de los auspicios de la belleza y de sus trémulos efluvios. En Bella caducidad la belleza anhela tener cabida y admite su gestación con coraje y pundonor en medio de un mundo gobernado y administrado por la ausencia de la verdad y de su experiencia, por la carencia absurda de pensamiento. ¿Por qué no hacer germinar la flor de la belleza y su lenguaje en un mundo domeñado actualmente por artistas edulcorados, hacedores de obras resultado de emociones narcisistas y antojadizas? Estos artistas codiciosos desconocen algo esencial, a saber: la Belleza y la Verdad son los únicos milagros florecientes del mundo, son y serán por siempre vehículos predilectos de la Idea.