Pestañas quemadas
La búsqueda de un destino que ha de asumirse como una vocación es el tema de Pestañas quemadas. ¿El lugar? Una universidad que bien podría ser sólo un inmenso campus, el mundo entero o una nación. Sus escenarios, en apariencia surgidos de una realidad narcótica o virtual –donde todo objeto, persona y espacio son capaces de una metamorfosis
sorprendente por su belleza o por su monstruosa capacidad de estremecer al lector– son más bien la perfecta suma de nuestro pasado que se funde con un futuro no por previsible deseado.
Desde el inicio de este relato, que reafirma la maestría narrativa de Humberto Rivas, el lector se ve capturado por una serie de circunstancias que enjuician el mundo en que vivimos, contemplado desde una perspectiva apocalíptica: instituciones que cambian con el clima y el capricho de los días, mujeres inaccesibles, perseguidores inmisericordes, festividades inéditas, espectáculos aterradores que envuelven a los cada vez más solitarios seres humanos son apenas una
parte de estas escenas donde todo valor y todo compromiso
se contemplan desechados por el mero ejercicio de la supervivencia.
Como se confirma con Pestañas quemadas, Humberto Rivas consigue presentar, aunque fragmentariamente, una realidad a veces desolada, nocturnal, con cierto humor negro, pero siempre lógica y convincente.