Monstruociudad
Devoradora, la ciudad nos consume en la cotidianidad. Todos dentro de ella nos perdemos en la colectividad ingente, en el anonimato y en la normalidad siniestra. En Monstruociudad cada minificción es una muestra pasajera de la digestión urbana, en la que todo ser perece; donde la ciudad, imperecedera, nos mira a nosotros, quizá los verdaderos monstruos.