La Sociedad Científica "Antonio Alzate"
Cultura científica y esfera pública en la emergencia de las ciencias modernas en México (1884-1936)
En 1912, durante la presidencia de Francisco I. Madero, la Sociedad Científica “Antonio Alzate” organizó el Primer Congreso Científico Mexicano, que en la historiografía ha sido considerado como el parteaguas de la ciencia decimonónica. Puede considerarse como una clara ruptura con la ciencia elitista del Porfiriato, de tal forma que esto marca el inicio de la ciencia revolucionaria; o como una prueba fehaciente del liderazgo que asumía esta agrupación, hecho del que era consciente el nuevo gobierno, por lo que aprovechó para señalarlo como el comienzo de una nueva época. Cierto es que el evento es muestra clara del encumbramiento de la Sociedad “Alzate” en el asociacionismo científico de la época, puede considerarse que la reunión más bien se trata del último guiño de la ciencia del siglo XIX, ya que los presupuestos sobre los que se acopló el Primer Congreso Científico Mexicano eran los mismos que los del Porfiriato y no sería sino hasta después de la fase más violenta de la Revolución que la ciencia institucional sería repensada con un cariz social.
Desde la fundación de la Sociedad “Alzate” en 1884, sus miembros fueron conscientes de los cambios que habían venido ocurriendo en la práctica científica. También reconocieron la importancia de ganar legitimidad epistémica y social a través de la relación con sus pares, no sólo mexicanos, sino sobre todo extranjeros. Por eso, en este contexto, no era gratuito que, entre todas las agrupaciones científicas mexicanas que estaban vigentes en 1912, la Sociedad Científica “Antonio Alzate” haya sido capaz de autonombrarse como la abanderada del fomento científico en nuestro país.
Este estudio parte de esa fecha de fundación, 1884, y se prolonga hasta 1936, cuando una comisión de miembros de la entonces Academia Nacional de Ciencias “Antonio Alzate” acudió ante un notario público para registrar la agrupación como una persona moral, de acuerdo con lo estipulado en el Código Civil para el Distrito y Territorios Federales que había entrado en vigor en 1932. Si bien, pareciera que el hecho consiste en un acto protocolario y oficial, también da cuenta de un largo proceso en la historia de la esfera pública mexicana, ya que este código fue el primero en darle carácter legal a las asociaciones civiles.