Reseña

La historia nos ha permitido conocer, resarcir errores, reconocer a los personajes, admirarnos de los sucesos inimaginables, romper dogmas y sobre todo querer mucho más lo que se estudia.

Hoy le toca a la parroquia dar la vuelta con Clío, pasearse por el tiempo y contemplar el espacio lleno de admiradores y personas que se quedan perplejas con lo que ven y sienten, ese recorrido que haremos es por la historia del inmueble que ocupa el templo de Amatlán de Cañas, nuestra iglesia majestuosa, con su torre de ladrillo encarnado, custodiada por un par de palmeras y cuidada con celo por el patrón, el Nazareno.

He de confesar que le traía ganas a este tema, desde que se cumplieron 250 años (año 2005) de la creación de la parroquia, dimos un reconocimiento escueto de datos, pero nutrido de actividad eucarística a ese evento. No quiero dejar pasar este acto y, para ello, el señor cura Enrique Santos Beas mismo que está al frente de la parroquia, tiene mucha responsabilidad para que esto se concrete. Aprovecho las gratitudes a Jorge Corona encargado del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara y su gran equipo de profesionales que luchan por el rescate cotidiano de documentos para que no se los traguen el olvido, ni el tiempo. Al señor cura Efrén García Sotelo quien ocupó la parroquia de 1978 a 1984, a José Luis Ávila Pérez mejor conocido como Chivi, quien ya es patrimonio de la parroquia; a Carlos Enrique Parra Ron, chaperón en los paseos con Clío.

Bueno, ya pasando al punto medular que nos ocupa, diré que esta relatoría del pretérito amatlense, comienza con una remembranza epistolar que hacen a mediados del siglo XVIII los hacendados del valle de Amatlán al obispo y al presidente de la Audiencia de Guadalajara. Con ello emprendemos nuestro trajinar por el tiempo, donde vemos una marcada segregación entre las clases sociales.

El libro que tienes en tus manos está seccionado en siete partes, la primera narra la peripecias de algunos vecinos importantes que solicitaron a las autoridades un cura secular que estuviera de planta y al cuidado espiritual de la comunidad, esto desde 1753 de que se tiene noticias hasta los años actuales, contando lo que será la fábrica material, o sea, las construcciones, remiendos, arreglos y adhesiones al templo; la segunda parte va dedicada a nuestro Jesús de Nazareno, de la leyenda que hablaban nuestros abuelos y quedó grabada en la memoria colectiva; la tercera parte es el documento íntegro que el padre Librado Tovar investigó y estudió a fondo en su encierro voluntario cristero de 1928 que titula Elenco de sacerdotes adscriptos a Amatlán de Cañas y su jurisdicción eclesiástica en dos siglos (1728-1928) y Noticias de visitas pastorales confirmaciones administradas. La cuarta es un listado de sacerdotes que han ocupado la parroquia de 1931 a la fecha y las dos últimas secciones a manera de colofón, rememoro y refiero algunos documentos que se dieron a conocer por el 250 aniversario de la parroquia, junto con algunas imágenes de aquel día. Y ya para terminar, agrego dos documentos que llevan por título datos curiosos, que me parecieron compartibles, el primero de ellos es un listado de personas que se exponen públicamente por incumplir en las contribuciones económicas para la primera reconstrucción del templo siendo ya parroquia, y el otro, se trata de una carta que hace el primer cura, Vicente de Velasco a las autoridades de la curia, aclaro, que no tiene nada que ver con la construcción del templo, sino que me parece significativo por los personajes que involucra (Felipe López de Hijar), el vocabulario que se usa (mediados del siglo XVIII), y el primer problema a que enfrenta el primero de los sacerdotes (Vicente de Velasco).

Quiero aclarar que esta historia es sólo de la estructura física del templo y sus modificaciones en el tiempo por los encargados de este, no es para nada asunto mío, el eclesiástico, ni mucho menos el pastoral.

Ya para cerrar esta intervención, diré que es muy fácil soltar datos y poner placas sin ningún fundamento histórico. Que es responsabilidad de quien habla, sustentar la veracidad de los hechos para proporcionarlos a la sociedad, para mantenerlos informados y, sobre todo, fomentar la querencia e identidad de nuestra comunidad.