Los dos tiempos
Los dos tiempos alude desde su título a una especie de juego narrativo, pero también vital. El contraste entre modelos de masculinidad separados entre generaciones.
La narración avanza a través de la descripción biográfica de dos personajes arquetípicos: el maduro Ricardo, hombre hecho a sí mismo, con la misma dosis de empeño, inteligencia, ambición, astucia y corrupción.
Frente a él, sin nunca cruzarse dramáticamente, está Emilio, adolescente apocado, adicto y acomplejado por la ausencia paterna, el deslumbramiento edípico con su madre y una sexualidad compulsiva. Para el autor, no sin cierto lamento moral, estos personajes revelan los saldos de las transformaciones culturales y la incapacidad de las nuevas generaciones de valorar sus inmejorables condiciones, siempre más cómodas que las de los adultos que tuvieron que abrirse camino con carencias y sacrificios que, al mismo tiempo, se traducen en ausencias y desinterés por los vástagos que ahora, pese a su holgura, adolecen del empuje para lanzarse a la vida.