Escritorio
Como todo buen libro de ensayos misceláneo, Escritorio adquiere su cohesión en la diversidad. El ensayista coloca sobre su mesa de trabajo el amplísimo repertorio de temas de su interés y va tejiendo una argumentación que avanza de manera circular, mientras se organiza y se ejecuta “el espacio ceremonial de la escritura”.
Mas que artículos de ocasión o de crítica literaria, los fragmentos que integran este volumen son, como él mismo apuntó, “trazos de un pensamiento sobre la literatura”. El ensayista asume, en el espacio público, el rol de intelectual crítico, lector avezado capaz de descifrar los signos más oscuros del tiempo presente, y hace de la “ocasionalidad” de los textos (publicados previamente en diarios y revistas y ahora resignificados por una nueva mirada), el punto de partida para la unidad (en el sentido de movilidad armonizada) del libro. Escritorio es esa “apelación al futuro” que el fragmento ensayístico posee en estado latente: “Cada texto logrado o fallido es, de este modo, no sólo el producto de una peripecia personal, sino además, de la historia en que ésta se inscribe”.
—Víctor Barrera Enderle