Mercedes Olivera Destellos de una vida
Desde que tengo uso de razón, Mercedes ha estado presente en mi vida, puedo recordarla en diferentes etapas de mi vida con la más sutil de las caricias, el cariño sin límites, la observación de un trabajo, la crítica acertada y oportuna. Mercedes es de esas personas difíciles de clasificar, pues en ella se conjugan de forma muy intensa la ternura cotidiana, la dureza de la vida, la sabiduría de la academia, la práctica revolucionaria, la labor incansable, el amor profundo por la vida. Cada una de estas características daría para hablar de cualquiera prolongadamente. Ahora ima¬gínense todas ellas reunidas en una sola persona.
Lejos del plano de la racionalidad, lo que más tengo presente es su abrazo pro¬tector, que te acoge, que te acompaña y te sostiene. Así que cuando ya tenía plena conciencia y certeza de lo gigante que era esta mujer, de su significado para muchas y muchos terrenales y de nuestra cercanía casi familiar, le hice una proposición que tiene que ver con mi condición de documentalista y la urgencia que me acompaña de dejar constancia de las cosas verdaderamente importantes de nuestra época: hacerle una entrevista sobre su vida y su labor. ¿Para qué? Pues para que no se perdieran detalles de las pocas historias que yo ya conocía, escuchadas en comidas, ratos de ocio y paseos de círculos íntimos a los que tengo el privilegio de pertenecer y que ya despertaban en mí tanta admiración al punto de mover mis cimientos. También me preguntaba qué podría albergar toda la parte de cual yo no tenía ni idea y que veía imprescindible dejar como legado a las generaciones que por naturaleza son la conti¬nuidad de la inquietud transformadora. […]