Reseña

Con una voz que ronda entre la parodia y el humor negro, la narradora nos lleva a recorrer los espacios de su memoria, los lugares que marcaron distintas etapas de su vida, conociendo personajes tan particulares y entrañables como el Padre, la Chica o El Niño. Desde el espacio de la reclusión, atravesamos las puertas que formaron su carácter y la acompañamos en las decisiones, a veces extremas, que la llevaron a intentar salvar del sufrimiento a esos Otros tan queridos… Aunque no siempre fueron las correctas.
Miles de pececitos devoran mi neurosis cuestiona las fronteras que definen la locura, el sitio que ocupa en quien la padece y entre quienes lo rodean. Una novela de contrastes, cruda pero conmovedora, que incomoda y obliga a movernos. Una lectura de la que, definitivamente, no salimos impunes.