Hablar es un lugar / Speech is a Place
En Hablar es un lugar, Robin Myers escribe en español su llegada al español como si fuera un espacio que siempre quiso habitar. Para ello, recorre la historia de su abuela, su propia genealogía, y rastrea sus raíces mexicanas y algo que siempre la atrajo de este país. En un ejercicio de escritura en la segunda lengua aprendida, Robin procede luego a autotraducirse a su lengua materna, encontrando en ese salto algo de su identidad perdida y reconstruida.
Mi abuela paterna se llamaba Estela. En su nombre, como el rastro que es, hay algo de mi relación con ella, pues nunca la conocí. También hay algo de mi relación con el español, el idioma que de alguna manera heredé de ella sin nunca haber escuchado su voz. Heredé, supongo, su nostalgia.
No es que me lo planteara así desde el inicio, ni que hubiera sabido hacerlo. Sabía solamente que tenía yo una abuela mexicana que había emigrado de niña a Estados Unidos y que, según mi padre me contaba siempre, pasó el resto de su vida extrañando su país natal. Después de la primera vez que conocí México, a los nueve años, lo extrañé yo también. Ni ahora me lo puedo explicar, ni siento mucha necesidad ya de intentarlo. Lo que sí es que me vi de pronto siguiendo la estela de algo, y perseguí ese algo aprendiendo a hablar.