Textos de oratoria forense de finales del siglo XIX en México
Las recientes reformas al sistema penal local y federal que pasó de ser inquisitivo a acusatorio adversarial dieron la impresión de que en el pasado había regido el sistema escrito. Sin embargo, hubo un largo período de sesenta años, de 1869 a 1929, en que predominó el sistema por jurados, que se caracteriza en que los tribunales están compuestos por ciudadanos legos elegidos mediante sorteo y sus decisiones son tomadas por libre convicción. Independientemente de las críticas por la falta de profesionalismo y de la facilidad con que se puede impresionar la sensibilidad de los jurados, la necesidad que tenían los abogados de acusar o defender a una persona ante el tribunal de ciudadanos provocó no sólo que se desarrollaran capacidades discursivas sino también que fueran éstas objeto de enseñanza en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Gracias a estas singulares condiciones, la elocuencia forense o judicial alcanzó su máximo florecimiento durante ese período con personajes como Ignacio Manuel Altamirano, Jacinto Pallares, Agustín Verdugo y Demetrio Sodi, entre muchos otros grandes oradores del foro. A partir del 1930 se impuso el sistema inquisitivo o escrito, muy propenso a la corrupción de los jueces y a la dilatación de los juicios. Sodi se lamentó: “matar la tribuna forense fue un crimen contra las juventudes de juristas”. En el libro se estudian los primeros treinta años de ese período y se presentan textos que dan una clara idea de esa primera mitad de la época de oro de la elocuencia forense en nuestro país.