La maldición de la oscuridad
Mi padre el sol.
Mi madre la luna.
Y yo, una mezcla de ambos
que, al juntarse,
me convierten en todo,
y la vez, en nada.
El miedo no se iba nunca, y aunque trataba de contenerlo, siempre terminaba sintiendo cómo se extendía hasta devorarla.
¿Por qué se había detenido en ese sitio?
Quizá, porque le susurraba.
¿Lo has visto? ¿Sabes lo que guarda? ¿Lo que anhela?
Porque entre la lobreguez se escondía esa vieja historia.
La de una muerte y un sacrificio que, juntos, fueron capaces de crear algo perverso, la oscuridad.