El Templo Mayor
Zona arqueológica y museo
Desde que en 1978 fuera descubierta la diosa Coyolxauhqui, la capital de
nuestro país no volvió a ser la misma. El INAH dio paso a uno de los proyectos
arqueológicos más emblemáticos de México, que le ha valido múltiples
reconocimientos a nivel nacional e internacional. Un sueño largamente acariciado
—identificar los restos del antiguo Templo Mayor mexica— por fin se veía materializado
y requirió meses de intensos trabajos para dejar a la luz pública esas pétreas
escalinatas que alguna vez dirigieron a las capillas de Tláloc y Huitzilopochtli.
Los objetos que fueron recuperados del subsuelo gracias al equipo dirigido
por Eduardo Matos asombraban por su variedad, complejidad y belleza. Tenemos
por ejemplo la escultura de un caracol, ahora exhibida en la sala 5; la enigmática
diosa del pulque Mayahuel, descubierta a escasos metros de Coyolxauhqui; los
guerreros águila que han sido inspiración para artistas visuales, escritores, pintores,
escultores, o bien la propia diosa de la Luna.
Estos asombrosos objetos dieron pie a sendas investigaciones de arqueólogos,
historiadores, biólogos, geólogos, entre otros profesionales que buscaron
develar parte del complejo mundo del pensamiento nahua. Estos trabajos desde
el inicio del proyecto fueron acompañados por el equipo de restauración, el cual
también ha logrado implementar técnicas novedosas en la materia. Es gracias a
la incansable labor de todos ellos que el Museo pudo abrir sus puertas en 1987.