¿Nuevas masculinidades?
Una breve introducción
Hace más de una década que escuché por primera vez el término nuevas masculinidades como uno de los temas en la agenda de investigación en género. Como muchas personas, en aquel momento asumía la idea de que los temas de género estaban relacionados casi exclusivamente con problemáticas que aquejan principalmente a las mujeres, lo que, aunado a lo novedoso del concepto, incrementó mi curiosidad: ¿de qué se trataba eso de nuevas masculinidades?, ¿por qué masculinidades, en plural, y no solamente masculinidad? y ¿qué hay de novedoso en ellas?
Así comenzó mi incursión en el estudio de los hombres y las masculinidades desde una perspectiva de género, o lo que podríamos considerar una perspectiva crítica, un subcampo importante en los estudios de género que continúa consolidándose. Desde esa perspectiva, hablamos de masculinidades para referirnos a las distintas formas de entender el “ser hombre”, de vivirlo y experimentarlo. Más precisamente, a las cosas que hacemos (o no hacemos) desde nuestra posición como varones.
Pensando específicamente en el término “nuevas masculinidades”, es importante aclarar de dónde viene, y qué ventajas y desventajas nos presenta. A pesar de lo problemático que puede resultar, el concepto nuevas masculinidades se ha popularizado y parece retener cierta utilidad: la de introducir a las personas a la discusión sobre maneras de ser hombre y de entender lo masculino alternativas a la predominante, identificada aún como negativa en muchos aspectos. Tanto hombres como mujeres, así como personas con identidades de género diversas, todavía asocian la idea preponderante de masculinidad con múltiples formas de violencia, tanto contra las mujeres como entre los propios varones; con la falta de involucramiento y corresponsabilidad en las labores domésticas por parte de los hombres; y con actitudes machistas y misóginas.
Desde mi perspectiva, más que enfocarnos en la idea de novedad, lo rescatable de un concepto así es que nos permite pensar en múltiples masculinidades. Es decir, nos ayuda a visibilizar que hay muchas maneras de entender y de vivir lo masculino, y nos ofrece la posibilidad de pensar en formas no necesariamente negativas de masculinidad.