Antología de nuestra California a través de la lente de Francisco Arámburo
Este es un libro que perpetúa la memoria. Un acervo del pasado para explicar el presente de un territorio singular: el sur de la península de California. Elizabeth Acosta Mendía ha dejado en su vida intelectual un rastro señero de rescates. Se diría que ella resume muchas de las virtudes necesarias para prolongar los hechos históricos y, sobre todo, los sentimientos ineludibles para preservar lo intangible. En esta obra, además de resumir en su ensayo introductorio diversos ángulos de la conformación de la California mexicana, cual ensamble donde se encadenan hechos e interpretaciones de páginas épicas, gestas y fantasías como interpretaciones del mundo, rinde homenaje a Francisco Arámburo. Con este singular personaje comparte la misma pasión natal, el orgullo de pertenecer por derecho de sangre a una relación de cinco siglos vigentes en la apropiación de la toponimia. El periodismo de crónica aquí seleccionado con esmero, penetrante a la manera de gotas sobre la roca, reconstruye en la tarea de varias décadas de Arámburo la conformación de una sociedad cuyo eje administrativo es La Paz, si bien, gira cual vértigo para preservar los penates de una zona de inmenso silencio. El tiempo difuso en granos de arena dispersa por el viento, la inocencia y su quebranto, la incursión de los otros en la intimidad del nosotros, la insularidad transfigurada en valor ancestral, fueron esfuerzos por tutelar el edén de la infancia eterna y, esa invocación de Arámburo para eludir las interferencias de la modernidad y los ojos extraños de las provincias desarregladas.