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Reseña

En un mundo complejo, caótico y convulsionado desde hace varias décadas por los efectos lacerantes derivados de la aplicación de diversos modelos económicos, políticos y culturales, la aparición de la pandemia denominada COVID-19 generó situaciones y escenarios que han traído diversos cambios y transformaciones de las cuales aún es difícil dimensionar sus efectos en los años futuros.
No es raro que crisis como la pandemia del COVID 19 propicien, de manera integral, sentimientos de angustia, soledad y desesperación por un futuro incierto para millones de pobladores en el mundo. Y con un miedo generalizado al porvenir.
Así entonces a la par que no hay una política pública para enfrentar verdaderamente a la pandemia con todos sus efectos colaterales, tampoco se han generado procesos de la ciudadanía de manera activa y directa que generen un impacto diferente, tanto en lo individual como en lo familiar y lo colectivo.
Es evidente que la actual pandemia ha puesto en claro la fragilidad de nuestros sistemas de salud y ha evidenciado serias carencias históricamente acumuladas; pero también ha resultado indudable, la necesidad de la participación comunitaria como un factor importante para desacelerar el contagio del virus y buscar formas de agregación solidaria de las personas solas o abandonadas o de los que viven en la calle, población totalmente al margen del acceso a los servicios de salud.
El problema de la pandemia por COVID-19 no es un asunto meramente de oferta de atención médica a la población contagiada. Es un asunto de salud pública, integrada por un conjunto de políticas y programas que buscan garantizar integralmente la salud de la población por medio de acciones de salubridad dirigidas tanto de manera individual como colectiva, ya que sus resultados se constituyen en indicadores de las condiciones de vida, bienestar y desarrollo del país.
La pandemia nos ha dejado una lección: hoy se hace necesario transitar de la democracia representativa a la democracia participativa. La participación ciudadana debe ir más allá de participar de manera periódica en procesos electorales por medio de su voto o siendo consultada esporádicamente por el gobierno sobre ciertos asuntos de interés para la agenda gubernamental.
Trabajo social ha estado en la primera línea de atención a pacientes y familiares y sus contextos comunitarios, por lo que es necesario visibilizar el riesgo y la necesidad de contar con insumos de protección personal para que no haya más muertes por negligencia o por falta de recursos. Consideramos justo que las y los trabajadores sociales se contemplen en la entrega de estímulos y reconocimientos que se otorgan a otros profesionales de la salud.
Este posicionamiento responde a la necesidad de visibilizar y colocar de forma digna y profesional al trabajo social. Nos referimos a las condiciones de contratación que no son acordes a la realidad, a la actualización de funciones en documentos técnico-normativos y a catálogos de puestos de la Secretaría de Salud.

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