Viajes Virgilio
Como Brueghel imaginó la tragedia de Ícaro en su obra: leve, casi imperceptible, condenada a una esquina donde la vista naturalmente no llega, así estos versos, sutiles y atroces, configuran la historia universal del padre frente al dolor de su hijo. Sin protagonismos, este acompañante ofrece su sombra discreta para completar una jornada de descensos que lo mismo acaban en naufragio que en carnaval. Y sin embargo sabe, como Virgilio, que toda tragedia configura de igual forma la pena personal y la de nuestros descendientes. La única posibilidad de sortear el silencio que supone el sufrimiento de quienes vemos a un hijo fraguarse la tragedia de estar vivo (dado que ello conlleva la certeza de la muerte) es la poesía; el humor acaso. Pues este libro está hecho de ambas, trazadas con la soltura que se agradece al mismo tiempo que se envidia.