Adiós al arte contemporáneo, ¡viva el arte anacrónico!
Entre los tiempos de la creación y los tiempos de las imágenes
Este libro no está escrito en contra de ninguna de las expresiones artísticas en el mundo. Al contrario, es una forma de honrar a todas y cada una de las obras que nos han inspirado. El arte del que aquí se habla abarca desde aquellos poetas adolescentes, teatreros callejeros, performanceros de ocasión, músicos de bares, simples provocadores –otros nada simples–, pero también de artistas conceptuales, pintores, profesionales de la edición de audio o video, directores de arte, fotógrafos, ilustradores, animadores, actores, bailarines, etc. El arte del que aquí hablo no es excluyente. Pretende, incluso, darle su lugar a casi cualquier manifestación humana, pero al mismo tiempo se sitúa en un estatuto especial, el cual rebasa cualquiera de las clasificaciones mencionadas y las demás que existen para catalogar las artes actuales. Se trata, precisamente, de un arte que reta a aquello que se puede llamar cultura.