Reseña

El abordaje de las danzas tradicionales en la serie Testimonio Musical de México ha sido parte sustancial en diferentes títulos a partir de distintos ángulos o perspectivas, por supuesto, siempre como forma ritual que incluye a las grandes celebraciones de una amplia variedad de poblaciones y culturas. Porque la danza en sí misma depende de la música para expresarse, o bien porque algunas músicas son el componente ineludible, principal, que necesita de la expresión corpórea para su existencia, o bien porque la sonoridad de la danza es parte de la narrativa musical.
Lo cierto es que desde distintas miradas o enfoques y metodologías se ha resuelto el tema de las danzas tradicionales, lo cual representa un rico mosaico en que la Antropología, la Historia, la Etnohistoria, la Etnomusicología y la Etnocoreología, entre otras disciplinas, han brindado indiscutibles aportes para reflexionar y comprender cómo las manifestaciones músico-dancísticas son una especie de bucle sonoro-motriz contenido con significados mínimos en los ritemas (componentes con significado del ritual) y en los fonemas componentes con significado del discurso sonoro musical), los que bien podemos denominar como etnocoreotemas (componentes con significado de la narrativa dancística), entre una gran variedad de elementos integrantes de la narrativa músico-dancística, que incluyen las formas, los colores, sabores, olores, la parafernalia y, por supuesto, las emociones y los sentimientos expresados.
Estudiosos de este tema han propuesto una distinción entre lo que es el baile y lo que es la danza; por lo regular, se basan en la división profano / sagrado de los contextos e intenciones de esta práctica corpóreo-musical, es decir, mientras que los bailes celebran la vida mundana de los seres humanos, las danzas, en una gran proporción, celebran el ámbito divino, la “vida” de las deidades, de los ancestros; en los primeros, los contextos son espacios vívidos de la experiencia humana; en los segundos, son espacios sagrados. De hecho, las danzas pueden interpretarse como la parte activa de los sistemas míticos, ya que en su ejecución describen el ámbito sagrado en el que conviven y se relacionan las deidades y los ancestros, cumpliendo una misión que deben refrendar los humanos, como una corroboración del mismo mito. Pero también las danzas se constituyen en plegarias, en ruegos, en vínculos con ese mundo sagrado para asegurar el orden del mundo, para que los ciclos de la naturaleza continúen su curso, porque en ello estriba la continuidad de la vida.
Skoglí: el que sabe pitar. Música de la Danza de los Quetzales de Zozocolco, interpretada por Mateo de Gaona Sánchez contiene todos los preceptos descritos
y aun otros. Sus protagonistas, músicos y danzantes, describen su mito de origen, su práctica, sus reglas de ejecución, sus procedimientos de aprendizaje, sus contextos, sus propósitos y los riesgos prescritos de no realizarla como debe ser. Por su parte, los estudiosos del tema describen con minucioso detalle y analizan, utilizando las herramientas de que los proveen las disciplinas de su formación, la complejidad de esta expresión, enfocando su atención en la parte medular del tema, los sones de la danza y la interpretación del virtuoso Skoglí, encarnado en la persona de Don Mateo de Gaona Sánchez, portador y continuador de la tradición a pesar de los vientos adversos de la modernidad, la migración, el desdén de las nuevas generaciones y las transformaciones naturales o inducidas por éstas.
Tenemos en nuestras manos, en nuestra escucha y reflexión una joya discográfica más de la serie Testimonio Musical de México, para el disfrute de esta bella música, para la imaginación de la danza y sus contextos, para la apreciación de la riqueza cultural y modos de ser de “esos otros mexicanos portadores de una tradición oriunda de la Sierra Totonaca” y en su tránsito por la gran metrópoli.