El ABC del carpintero y recetas de cocina
No falta quien, para defenderse de la vida, bebe alcohol hasta la congestión, o se hace aficionado a la lucha libre, a los toros, al cine, bueno o malo. O se suicida.
Alfonso Alvarado a veces falta a la oficina, se olvida de facturas y estados financieros y escribe cuentos o poemas.
No soy crítico ni me interesa criticar, pero sí disfrutar un vaso de agua fresca, una copa de buen vino. Y los poemas de Alfonso Alvarado son disfrutables.
¿Poemas de tendencia social? Vamos a decir que en algunos casos lo son. Pero no aspiran a la grandilocuencia de la verdad política ni se asfixian en la prédica didáctica. Alvarado observa, enjuicia y expresa su amargor en poemas de aristas peligrosas, lejanos siempre de la insoportable solemnidad, distanciados de la tragicómica lamentación del político poeta, ajenos a la exaltación del caudillo. Lo que se tiene que decir, vulgar o cotidiano, se dice y nada más. Con sentido del humos, eso sí.