Protagonismo y estrategias de sobrevivencia
Los otomíes en la historia de México
Este libro reúne siete trabajos de investigadores interesados en desvelar las estrategias que han permitido a los otomíes conservar y recrear su identidad durante cinco siglos. Han sido figuras principales en el mantenimiento de su propio mundo, con conciencia propia de su actuar en la construcción de la naciente Nueva España y en su momento la
República Mexicana. En los inicios del siglo XX, varios escritos los reconocen como los habitantes más remotos del valle de México. Manuel Gamio y Herman Beyer, a través de estudios arqueológicos comparativos, sostuvieron que la llamada cultura arcaica y los otomíes
eran un solo grupo; propuesta impugnada primero por Mendizábal, después por Soustelle y más tarde por Noguera. Carrasco, por su parte, con base en documentos escritos, inicia la historia de los grupos otomianos a partir de la dispersión de los toltecas. La expulsión de los otomíes de los periodos tempranos de la era prehispánica entra en contradicción con los descubrimientos lingüísticos que otorgan a los portadores de esa lengua gran antigüedad en el territorio mesoamericano. Diversas fuentes coloniales afirman que la población otomí era tan numerosa como la nahua. Motolinía escribió que era “una de las mayores generaciones de la Nueva España. Todo lo alto de las montañas alrededor de México está lleno de ellos, e otros pueblos muchos, todos son de otomíes”. Torquemada, por su parte, considera que sus pueblos sumaban “más de un millón de otomíes”. Fray Juan de Grijalva dijo que: “la lengua mexicana [es] la más general y más copiosa. La otomí, que se dilata casi tanto como la mexicana, y en la dificultad y obscuridad le hace grandes ventajas” En efecto, la lengua otomí tenía fama entre cronistas e historiadores novohispanos de ser un idioma áspero en su fonología, y con gran complejidad fonética y morfológica.
A pesar de los calificativos y los persistentes embates contra la población autóctona, el otomí sobrevive amén de mantener su filiación y determinación por cambiar el mundo que se les impone. En los últimos años el impacto del mundo globalizado se ha intensificado provocando un deterioro significativo de la lengua, de las costumbres e identidad otomí. A partir de los datos del censo del año 2000, por el número de sus hablantes, se le considera como la quinta lengua en importancia en la República Mexicana. De acuerdo con los datos de la Comisión para el desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), en el mismo año se registraron 646 875 pobladores de origen otomí, de los cuales 50.6% eran hablantes activos de su lengua materna. Esta cifra es reveladora y, en cierta medida, alarmante, pues significa que aproximadamente 49% de la población otomí no ejerce su lengua. No obstante, los reajustes y modificaciones sufridos no impiden que los otomíes perseveren en hacer propuestas para transformar las relaciones sociales que los someten, aunque la lengua se esté perdiendo. Este es el panorama en
que se desarrolla este libro, que aspira a contribuir a una reflexión más profunda y consciente sobre el papel de protagónico de los grupos indígenas en la construcción de nuestro país.