Ya pa otho ya xudi
El tiempo sin sombra
Cuando era niña perdí mi sombra, me sumergí en el tiempo de la memoria, buscando algún indicio de donde se había quedo. Pasaron los años y de pronto me descubrí de pie frente a un pasado incompleto. Volví muchas veces al instante donde creí haberla dejado, pero no estaba ahí. Después entendí que el monte tiene múltiples dimensiones y que la concepción del tiempo para mis padres y mis abuelos no era lineal. Una noche, mientras acampaba en la gruta del xoxafi mi hermana y yo susurrábamos; un aire portentoso salió del fondo de la gruta. No pude dormir.
Al día siguiente levantamos nuestra tienda de campaña y hablando con otros visitantes del lugar me di cuenta de que la noche se había roto, su intemporalidad hizo que ellos, los visitantes, dieran vueltas por horas entre los matorrales sin poder encontrar el camino de regreso. El espíritu del monte había salido a caminar.
Cuando cumplí 35 años encontré por fin mi sombra, estaba en un sueño; acostada en medio de la presa, ahí viven ya zi zanjua (los sanjuanes, los guardianes del monte), desde entonces ahí les dejo sus ofrendas.