Reseña

El sindicato petrolero es una organización prototipo del corporativismo de Estado, en donde la representación –en la que quizás sea la más importante actividad industrial en el país- se monopoliza a través de una federación oligárquica cohesionada por una estructura burocrática autoritaria y centralizada, cuya legitimidad implica el reconocimiento presidencial, y donde se encuentran amalgamados y garantizados diferentes intereses regionales organizados en un sistema de alianzas nacional, regional y local, basadas en el patrimonialismo y el clientelismo. El principio solidarista también evoluciona hacia el clientelismo y los negocios privados mediante el uso patrimonialista de los bienes y la gestión, y la participación del sindicato en la práctica del contratismo. Este modelo organizativo se desarrolla con la carga histórica de la industria nacionalizada como referente simbólico de la unidad nacional y dentro de un proyecto de justicia social en el cual el contrato colectivo con los trabajadores petroleros aparecía como la expresión patente de la promesa cumplida de la revolución mexicana. La máxima expresión de este modelo sindical fue el liderazgo de La Quina, cuya violenta detención junto con su camarilla en los inicios del sexenio de Salinas de Gortari, marcó el arranque de las llamadas “reformas estructurales” para la industria petrolera en tránsito hacia el desmantelamiento y privatización. En este trabajo se estudia ese proceso durante dos sexenios hasta la alternancia con el triunfo de Vicente Fox en el gobierno federal y –paralelamente- en el sindicato petrolero con la consolidación del predominio de la nueva camarilla oligárquica encabezada por Carlos Romero Deschamps.