La vanidad de las moscas
A Dios y al Diablo le gustan las apuestas y siempre van por todas las fichas, a costa de quien sea. El tablero es la portada de la nota roja. En el periódico Las esfinges, nuestra protagonista deja de ser una pieza en el juego para subir la apuesta al nivel de su ambición. No se dejen engañar, su candidez es una trampa.
Con una pluma ácida y ágil, Medellín esgrime con algarabía la oralidad de los refranes y la mordacidad de los aforismos mientras presenciamos cómo crecen las tentaciones y la maldad a cuentagotas, casi con avaricia. En paralelo, la identidad del asesino y su peculiar sentido estético atizan la competencia de las vanidades. título es del linaje de las obras que miran al abismo, mientras el abismo mira dentro de ellas.