Reseña

Esta publicación, es un proyecto de identificación y puesta en valor de la la Limpieza de los Santos Restos, ritual funerario de la comunidad maya de Pomuch, ppatrimonio cultural inmaterial de esta comunidad perteneciente al municipio de Hecelchakán, Campeche, localizada al norte del estado de Campeche. Se ha diseñado con un índice que va de lo general a lo particular, con levantamiento de información sobre todos los ámbitos relacionados con los rituales festivos, los oficios y los saberes tradicionales, la alimentación, la tradición oral etc., en pocas palabras todo el contexto que encierra la forma particular de cómo recuerdan a sus muertos en Pomuch, resaltando el patrimonio cultural inmaterial como clave importante del desarrollo territorial y social.

El tema se refuerza con imágenes de calidad que captan a través del lente cómo los pobladores abrazan sus tradiciones, adornan sus altares, disfrutan sus platillos, que acompañan con rezos y cantos, que hablan de la fusión de lo indígena y lo español, haciendo única esta práctica de antaño.

En este proyecto editorial se resaltará la importancia del patrimonio intangible de Pomuch, pero sobre todo la magia que ahí se respira y se vive en los días de muertos.

En uno de los capítulos se analizarán las tradiciones funerarias de nuestros antepasados prehispánicos, su influencia y fusión sincrética que ha dado como resultado las fascinantes costumbres funerarias del Camino Real, especialmente en este poblado.

La comida resulta un factor importante durante esta celebración, que parte desde crianza de los animales y la siembra del maíz que son la base para la preparación de los pibipollos. Hombres y mujeres tienen actividades específicas en esta celebración, los primeros procuran la cosecha y realizan los hornos de tierra en donde se preparan los alimentos, y las segundas llevan la labor de cuidar los animales, sacrificarlos y preparar los recados y la masa del preciado grano para el disfrute de la comida, que además se acompaña con la preparación de dulces con frutos de la región como papaya, calabaza, coco y nance, entre otros.

Los objetos funerarios también forman parte fundamental en esta tradición. Los manteles bordados con colores serios para los adultos y con tonos alegres para los infantes, todos estos hechos por las manos de las señoras de la familia, que entre puntada y puntada imprimen la alegría de recordar a los deudos mientras dejan ir una que otra lagrima por la ausencia que les han dejado sus seres queridos al partir.

Por otro lado, está la cerámica ritual que se trabaja en la comunidad de Tepakán, en Calkiní, para los mayores se hacen incensarios con color natural y algunos más con flores pintadas, para los chicos hay silbatos con figuras de animalitos del entorno y juguetes que remembran la inocencia y el carácter juguetón de los pixanitos.

Una vez que todo está listo y justo cuando el calendario marca los días de la fiesta, el cementerio se ve invadido por las familias del pueblo que en un ambiente de sana convivencia se reúnen para limpiar los alrededores del camposanto, blanquear las albarradas y en lo particular, asistir a las tumbas de los familiares para el “cambio de ropa” o “limpieza de huesos”, práctica que consiste precisamente en limpiar los restos óseos de los deudos con tal delicadeza que parecen acariciarlos, mientras les hablan sobre las cosas buenas y malas que han pasado a lo largo de año, les piden que los cuiden y les cambian su paño, mientras les prometen siempre regresar para preservar no sólo el recuerdo sino también la tradición.