Memorias de Porfirio Díaz Tomo II
¿En nombre de quien se hacía ese saludo? En nombre del pueblo por supuesto que no, la Cámara a la que Juvenal había designado como “la tertulia de Iturbide” por aquello de que la sede era el antiguo Teatro Iturbide, había hecho en nombre de la Cámara de Diputados: “en nombre de la Cámara de Diputados declaro: que es Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, para el periodo que terminará el 30 de noviembre de 1880, el C. General Porfirio Díaz”3.
La alegría desbordante y el festín de esta primera vez jamás fue superado y no es sino hasta el 3 de julio de 1910 cuando un Gran Banquete lo rebasó. Si, un Gran Banquete – 1,500 asistentes aproximadamente – en honor del Presidente Díaz, ahora de 79 años, ofrecido por quien, ¿por el pueblo? Por supuesto que no, era el gran ausente y sólo se conformó con ser un “mirón” representando desde afuera la antítesis del poder político y económico: la pobreza. Era brindado por sus incondicionales “las más conspicuas personalidades, que en conjunto formarán la representación del elemento progresista del país” para celebrar el triunfo de la reelección presidencial.
Lo interesante de esta historia radica en que, el autor de esta idea Fernando Pimentel y Fagoaga, presidente municipal de la ciudad de México, la concibió antes de celebrarse las elecciones – 26 junio de 1910 – que por supuesto el selecto grupo porfirista, integrado por políticos, intelectuales y hombres de negocios, de gran influencia en la política de México conocido como “los científicos” daban por hecho de que el General Díaz triunfaría. La noche