La distopía va…
el temor al prójimo en la experiencia estética del terror invisible (pandemia)
Hoy todo parece caber en una pantalla. En la retícula de la plataforma Zoom podemos ver, en pequeños cuadros, a nuestros grupos de familiares, amigos, compañeros de trabajo, conferenciantes, etcétera, en una relación interactiva: audioveo y me audioven. Eso sí, nada táctil, salvo el contacto con el teclado y el mouse —por lo menos acariciamos algo; anestesia en lo relativo al olfato y el gusto.
Querámoslo o no, la virtualización de las prácticas estéticas, por llamarlo de alguna manera, es asimismo palpable en la vida social, económica y política. Cada día las circunstancias nos orillan, a marchas forzadas, a enlazarnos en sus redes, a compenetrarnos en la World Wide Web y a usar sus nuevas aplicaciones. Por todos lados, e incluso antes de la pandemia, la presión ya se sentía.