La familia Carvajal y la Inquisición de México
Este libro describe las vicisitudes de una familia de judeoconversos españoles que cruzaron el océano buscando en el nuevo mundo la oportunidad de una existencia más sosegada, compatible con el mantenimiento de sus creencias. La historia discurre a lo largo de un dilatado periodo que comienza cuando la familia desembarca en el puerto de Tampico, en 1580, y concluye en 1649, con la celebración de un espectacular auto de fe en el que Ana, la más pequeña de la familia, ahora ya una anciana de setenta años, es condenada a relajación y emprende el camino hacia el quemadero de la capital mexicana que antes habían recorrido sus padres y hermanos.
El autor, jurista e historiador del derecho, describe con detalle el proceso de integración de los Carvajal en el seno de los grupúsculos judaizantes que disimulaban la observancia de su ley, ritos y ceremonias, encubiertos bajo el ejercicio de la rica diversidad de oficios y profesiones que la sociedad novohispana les ofrecía. Desde este punto de vista sociológico, desfila por la obra un elenco de personajes secundarios que al cruzarse con los protagonistas o al unir a ellos sus vidas, vinieron a condicionar de algún modo su trágico destino: vecinos, médico, mercaderes, rabinos, discípulos, malsines, entre otros.
Alejándose de algunos tópicos estereotipados que aún corren sobre la Inquisición, analiza el panorama legal en cuyo marco esta institución basaba su funcionamiento, y deja así al lector en situación de considerar con objetividad hasta que punto las actuaciones del Santo Oficio (denuncias, detenciones, interrogatorios, pruebas testificales, tormentos y sentencias) se acomodaron en México al entorno jurídico de la época. El examen de esta densa normativa inquisitorial —derecho penal, instrucciones, cartas acordadas, doctrina jurisprudencial— pone de manifiesto, por otra parte, la puntualidad con que los inquisidores, consultores, corregidores, funcionarios y autoridades subalternas trataron de cumplir con la misión que la Monarquía les exigía: la defensa de la fe católica en todos sus territorios.