La abuela María
Para contar tu vida, ¿qué no voy a decirles?, ¿qué dolores tuyos o cuáles de tus alegrías debo ignorar? Te vi llorar la muerte de tu madre, y con rabia por una hija necia, sorda y torpe. Pero nada te derrumbó Maricucha del alma. Defendiste con pasión tus creencias y tu ideología, te negaste a la sumisión absurda y te erguiste con orgullo sobre tu independencia y autosuficiencia. Nadie te preguntó si querías, si podías ser el pilar de tu madre, hermanos, hijas y nietas; sólo lo hiciste. ¿Alguna vez odiaste lo que hacías, cuestionaste tus decisiones o destino?
Ésta es la historia de María García Negrete, mi queridísima abuela, mi mamá Mary, la abuela madre, la huérfana del amor del primer amor, la señalada por los que nunca entendieron sus ansias de libertad, porque entonces no la había para las mujeres. La criticada pero admirada por mis ojos de niña. Por años he llevado su presencia como una añoranza, y su compañía y fe profunda de que las mujeres podemos solas, pero que el amor de un hombre es lo natural.