El ajedrez es un juego tan siniestro y personal
Para quienes crecimos durante los 80s y 90s en la Ciudad de México, o en cualquier ciudad violenta del mundo, nuestros recuerdos de la infancia están permeados por el horror. El ajedrez es un juego tan siniestro y personal de Hugo Roca Joglar ofrece una radiografía en la que aparecen en un mismo esqueleto nuestros anhelos, recuerdos del colegio, reuniones familiares y noticias de violaciones, secuestros y feminicidios. Radiografía aún más exacta para quienes crecimos en la clase media y acudimos a citas con terapeutas para que dieran con un diagnostico que corroborara el más grande temor de nuestros padres: que no éramos normales.
Estas crónicas narran la brutalidad desde la ternura. Buscan traducir el horror mediante la palabra para así sacarlo de la abstracción y poder enfrentarlo, y una vez frente a él, humanizarlo. Y es ahí donde conviven los aspectos personales y siniestros de este libro, cuando desde la intimidad se proyecta lo político:
“A nivel individual, el horror se asume y enfrenta con humanidad instintiva y profunda: cantando, adoptando perros y haciendo el amor con pasión desbordada. Pero el horror no podrá ser vencido mientras siga siendo abstracto en el pensamiento de los políticos. Mientras los candidatos no humanicen ese horror, mientras sigan hablando del horror en una dimensión espectral, las calles mexicanas seguirán siendo gobernadas por balaceras, descuartizados y sicarios circulando en motonetas”.
Ricardo Guerra de la Peña