Azahares al atardecer
Leer a Graciela Ramos Domínguez es escuchar la voz de una niña, analizando el “buen morir”: la de una conciencia disminuyendo a su dueña al compararla a una mujer físicamente igual. Es, también, viajar al norte mexicano, para vivir el fin de una era resplandeciente e imposible de repetir; y acompañar, en su peor día, al hijo acorralado de una madre
posesiva y aterradora. Graciela se mueve en el lenguaje con gran conocimiento y riqueza. Así crea, en estos veintidós cuentos, atmósferas disímbolas de inocencia, desengaño, brutalidad; incluso las pincela con párrafos poéticos y hermosas, fluidas y largas oraciones. / Olga Fresnillo