La Unidad Nacional y los Partidos Políticos:
El Gobierno de Manuel Ávila Camacho (1941-1946)
Al general Manuel Ávila Camacho le toca dejar atrás el radicalismo de los gobiernos legitimados por la fuerza de las armas para fraguar los cimientos de un Estado moderno bajo el ropaje de revolucionario institucional. Valiéndose de la estrategia de la Unidad Nacional, su régimen atenuó el convulso clima social heredado por el cardenismo. Aprovechando la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial, sustituyó la movilización popular por una política de conciliación política que, empapada en tintes conservadores o de derecha, trascendió al conflicto ideológico para centrarse en la defensa de la soberanía. La Presidencia de la República consiguió afianzarse por encima del conflicto político y de las luchas sociales. Consolidó un orden corporativo adherido férreamente al partido de Estado, primero en el PRM y luego en el PRI, y al concluir su mandato propició el advenimiento de los gobiernos civiles del largo periodo de estabilidad que caracterizó al México postrevolucionario.