Novela negra y cine noir I
La llamada “noir manía”, que satura las novedades literarias y las pantallas (cine, televisión), la misma que llena nuestro ocio, no es una moda: es una obsesión, pues ha llegado al punto de nutrir no sólo a la novela negra, sino también al cine negro. Pero dejemos de lado si lo negro-criminal es un género, un subgénero, una tendencia u otra forma de catalogarlo. Sus contenidos tratan del crimen, punto; de sus perpetradores, víctimas, maquinaciones y consecuencias; de entretenernos con pistas, investigaciones imposibles; de la banalidad del mal, incluso de nosotros: personas con deseos y pasiones que nos llevan al pecado, a la redención o al infierno creados por nosotros mismos en nuestros sueños cotidianos. A medida que las sociedades incrementan su nivel de violencia –a la par de su modernización y desarrollo económico–, las audiencias demandan productos culturales afines a la realidad que los rodea, ya sea para escapar de ella o, al contrario, poder identificarse. Queremos ser santos, pero nos fascina lo prohibido, el lado oscuro de nuestra propia sombra.