El movimiento anabautista del siglo XVI
Una mirada latinoamericana
Los reformadores protestantes, comenzando por Martín Lutero, prohijaron descendientes no queridos por ellos. Muy pronto, tras la ruptura con la Iglesia católica, el teólogo alemán vio cómo en el seno de su movimiento surgieron personajes más radicales, quienes propugnaban no solamente por el distanciamiento con el catolicismo, sino que también buscaron ir más allá de los objetivos trazados por el ex monje agustino.
El 21 de enero de 2025 se cumplieron quinientos años del inicio de una corriente de la Reforma radical, el anabautismo, que se distinguió de la Reforma magisterial por su crítica a las iglesias territoriales tanto católicas como protestantes. Los reformadores magisteriales contaban con el apoyo de las autoridades (de los magistrados) de un determinado territorio, por lo que la religión oficial de la jurisdicción excluía cualquier otra confesión y sancionaba con distintas penalidades (incluso la de muerte) a quienes osaran expresar otras creencias.
El anabautismo, particularmente la tendencia que privilegiaba la vía pacífica, reivindicaba la libertad de conciencia y la persuasión como herramienta para dirimir los asuntos relacionados con las creencias religiosas. Fue así que, por distintas partes de Europa, el activismo de los anabautistas se enfrentó con la simbiosis Estado/Iglesia(s) oficial(es) que vedaba la propuesta libertaria y actuó en consecuencia para erradicar a quienes, con palabras y acciones, retaban el orden social y religioso.