Reseña

Este libro es un sencillo testimonio personal, producto de la introspección que hice durante esos meses de encierro obligado. Comparto una serie de anécdotas y recuerdos que viví y otros que me fueron contados, pero todos ellos han permanecido en mi memoria, enfatizando valores y delineando una forma de vida de aquel San Cristóbal que ya se fue. Decidí publicarlo para que no solamente lo disfruten amigos con quienes compartimos esa época, sino para que otras personas y nuevas generaciones de sancristobalenses conozcan algo de aquel San Cristóbal en el que las puertas de las casas y comercios permanecían abiertas sin temor de ser agredidos; en el que las personas acostumbraban saludar a sus vecinos, barrer su banqueta, respetar a sus maestros y ser solidario en alguna catástrofe natural como inundaciones o temblores. Época en que los difuntos se velaban en las casas particulares y, después de un respetuoso cortejo fúnebre, se enterraban en el panteón municipal. Época también en que la mayoría de las personas trabajaban en oficios, pequeños comercios y en servicios no turísticos. Ser presidente municipal o regidor era un honor, y sus esfuerzos se enfocaban en resolver los problemas más apremiantes de la comunidad. En fin, una época en la que el tiempo alcanzaba para todo y no se hablaba de padecer estrés, ansiedad o depresión colectiva.