La vocación de los niños & avisos saludables para los niños
La vocación de los niños y avisos saludables para los niños
Niños muy amados en Jesucristo: no me tendría por imitador de mi divino Maestro, ni correspondería al celo que me anima, si no os dirigiese la palabra, manifestando el afecto que os tengo, dándoos saludables avisos. Quiero, pues, que sepáis, que cuando Jesús iba por el mundo predicando, con su amor acariciaba a los niños, y reprendía a los que impedían se le acercasen, diciendo que de ellos era el reino de los cielos. Otro tanto os digo yo, niños amados, de vosotros es el reino de los cielos, si procuráis conservaros cándidos e inocentes, a pesar de las sugestiones y medios de que se valdrá el demonio para haceros pecar.
Tres son los motivos que tiene el demonio para hacer pecar a los niños: primero, porque sabe que si los niños son cándidos e inocentes, son muy amados de Dios, y como amigos les concede gracias temporales, espirituales y eternas, cosa que el demonio no puede sufrir por ser tan envidioso; segundo, porque si desde pequeños los puede hacer pecar, los va habituando al mal por toda la vida, y tercero, porque siendo los niños más débiles e inexpertos, más fácilmente los gana, haciéndoles miserablemente caer en el lazo.
Por tanto acordándome de que habiendo llegado vosotros al perfecto uso de la razón, seréis el blanco de los ataques del demonio, que os perseguirá de muerte para causar vuestra eterna perdición, ya por medio de malos ejemplos, ya por medio de tentaciones, y sobre todo por medio de malas é infames compañías, he pensado, en fuerza del amor que os profeso y en cumplimiento de mi sagrado ministerio, dirigiros el presente escrito documentado con algunos verdaderamente sabios consejos, entresacados y escogidos especialmente de aquellos que para la niñez escribió san Agustín, los cuales, durante el tiempo de vuestra juventud, puedan serviros de luz que os guie, conduzca y enseñe el lugar que habéis de pisar, para no tropezar y caer en los muchísimos precipicios de pecados en que infelizmente y a menudo caen la mayor parte de los de vuestra edad..
¡Ay queridos! no podéis figuraros cuánto os amo; y por consiguiente habéis de aceptar estos avisos con el debido aprecio, pues van únicamente dirigidos a vuestro bien. Por lo que a mí toca, quisiera, si me fuese posible, escribirlos con caracteres indestructibles y grabarlos en lo más íntimo de vuestro corazón, para que jamás ni un solo instante los olvidarais: ¡tanta y tan grande es la importancia que ellos encierran y la que en ellos considero!
Cuando seáis ya más entrados en edad, fácilmente comprenderéis el motivo... Sí, amiguitos míos; porque si supierais la muchedumbre de jóvenes que se extravían del verdadero camino y que infelizmente se pierden en vuestra edad por su olvido, y aún más por su ignorancia, os aseguro que apreciaríais este escrito más que el oro y las piedras preciosas. Y a la verdad, ¿qué son todas ellas y todos los tesoros del mundo unidos en su comparación? Por las profundas y sólidas máximas que contiene, todas aquellas y todo el mundo es mucho menos que nada. Sí, mucho menos; porque ¿qué os aprovecharía el mundo todo si os perdierais? Habéis, pues, de saber que, con todas las riquezas del mundo, y de mil mundos que hubiera, y las juntarais, infaliblemente os perderíais, si despreciando estas máximas no cuidaseis de ponerlas en práctica y ejecución. Por eso el demonio, astuto cazador de las almas, se vale de mil medios, para que esas máximas las ignoren y olviden, con el fin de hacerlas caer de este modo en el pecado, en especial a las tiernas é inexpertas de los niños. Él se vale hasta de las cosas en sí las más santas e inocentes; hasta echa mano de la ocasión de formar altares y capillas, de los ratos de estudio y de aquellas sencillas diversiones que para recreo conceden los maestros a sus discípulos. Como acecha todas las ocasiones para mirar de qué modo podrá hacerles caer y perderles, nada deja por mover, para conseguir sus depravados intentos.
Aquí les incita por medio de malos ejemplos a proferir palabras menos decentes; allí a contar cuentos poco honestos; allá se vale de bribonerías, de palabras equívocas o de dos sentidos y de canciones deshonestas; en otra parte de pinturas o láminas provocativas, de la lectura de novelas y de otros libros prohibidos. Unas veces les tienta con frutas, como a Eva, acostumbrándolos al robo, aunque de cosas frívolas y de poco valor, y otras les ciega con cartas o bien con otros juegos dañosos y reprobados. Aquí se mofan del prójimo, allí le enfadan, y de todos modos le ocasionan inquietudes y pendencias, que frecuentemente es muy difícil el apagarlas y retornar luego la pérdida y turbada quietud en el vecindario.