Aquella noche de aquel mes que no recuerdo
Desafiando la linealidad de los discursos que domestican la locura, la narradora de esta novela se presenta en fragmentos, en pedazos pegados en palabras. La asfixia mental se expande, la jaula se cierra. Las ganas de romperse crecen, pero algo late con fuerza. La escritura como resistencia.
Un relato visceral que explora la depresión como herencia familiar que amenaza con manchar y contaminar todo. Escribir el cuerpo en estado de derrumbe es desdoblar el lenguaje para enfrentar a la institución que no ha hecho más que sentarse detrás de un escritorio y llamarla loca.