Hijo rojo de humo negro
La poesía de Jaime Londoño es desconcertante, hay en ella una belleza atroz que se torna código y se traduce en canción. Esa canción que hace todo lo que sucede en el instante en que están la moneda en el vuelo y sólo hay una esfera, un objeto volador no identificado, un bólido, que es la palabra que va dándole cuerpo a eso ovoide revolucionado. Plástica y sensorial a veces puede rayar en lo escalofriante.
Andrés Cisneros de la Cruz